lunes, 15 de abril de 2013

Asalto final (Hackers II)


Asalto final (Hackers II) 


Desde mi punto de vista, en general la película merece más la pena por su alto contenido en información relacionada al tema informático, que por su argumento. Con ello quiero decir que para quienes no tenemos un conocimiento muy amplio respecto a la materia, puede servirnos de gran ayuda como si de un gran recipiente donde se guardan ejemplos de todo tipo de términos informáticos se tratase. Por lo que en este sentido puede resultar interesante. Además, gracias a ella ahora se diferenciar entre hacker y cracker. No obstante, la historia se hace un poco pesada puesto que el final se presupone pronto. Es su significado secundario lo que ha captado mi atención. Las tremendas ganas ( o más bien ansias) de libertad de información, de libre circulación de la información, que muestra el protagonista. De hecho, pese a que está en prisión vuelve a cometer el mismo delito en defensa de la libertad, tanto de expresión como de información. De ahí a que defina “ciberterrorista” como el defensor de la primera enmienda. Si algo he aprendido con esta película de comienzos de siglo, son todos los riesgo que se esconden detrás de las maravillosas vistas que muestra la gran ventana cibernética. Lo que hace nuestro protagonista no atenta contra la vida de la sociedad, sin embargo, si que supone una amenaza para el interés público, las cuentas del Estado, etc. No obstante, existen amenazas más peligrosas, ya no solo a nivel económico, sino a nivel personal y humano, como son todos los casos de pederastia, secuestros de menores, etc. 

Marta Sánchez Capel

La Red Social


La Red Social 


Para comenzar, me gustaría señalar  lo que más ha llamado mi atención de esta película: la inocencia de un joven adolescente, capaz de dejarse influenciar por cualquiera que parezca de confianza. Es el caso de Mark Zukerberg, que a pesar de su fuerte personalidad que lo aleja de la vida de universitario normal, para convertirse en el empresario que es ahora, no muestra un carácter demasiado fuerte, pues acaba vendiendo al coproductor de su empresa, quien ha estado trabajando con él desde el principio y, lo que es más, quien ha sido su mejor amigo. En segundo lugar, con respecto a la relación con la película de los Piratas de Silicon Valley me gustaría destacar ciertas similitudes y diferencias. En primer lugar, en ambos casos se trata de adolescentes estudiantes universitarios con deseos de innovar, además siempre trabajan en equipo. En este caso, la diferencia reside en que, a pesar de que tanto Jobs y Wozniak; Bill Gates y Paul Allen; como Mark Zuckerberg y Eduardo Saverin trabajasen en sus proyectos de forma voluntaria, los dos primeros grupos (Apple y Microsoft) no lo hacían de manera altruista, sino que buscaban sus beneficios, tenían intereses económicos detrás de todo el esfuerzo que realizaban. Por el contrario, en el caso de Mark y Eduardo, es destacable su compañerismo y buen a voluntad desde el principio. En el tema económico, en especial Mark muestra una actitud pasiva hasta el final. En mi opinión, es la influencia que Sean ejerce sobre el joven e inexperto Mark, la que lo guía a reducir la cotización de su compañero Eduardo, para ampliar el número de accionistas. He aquí la segunda similitud entre ambas películas, y es que en ellas se aprecia la degradación de la amistad, de los valores humanos a medida que aumenta la riqueza y el poder. Hasta el punto de que en ambas historias, se llega a traicionar a un amigo.  Por último, alejándonos de lo personal/sentimental, apreciamos en ambas películas el camino hacia el éxito. Con mucho trabajo y esfuerzo los protagonistas consiguen lograr sus propósitos: el reconocimiento mundial, el triunfo y la sensación de saber que el mundo te necesita, a ti y a tus productos.


Marta  Sánchez Capel

Piratas de Silicon Valley

Piratas de Silicon Valley





DVD de la peícula
Nos hallamos ante una película- documental en la que se desarrollan las historias de dos grandes genios mundialmente conocidos en la actualidad: Bill Gates y Steve Jobs. Dos historias que acaban en triunfo. Pero el éxito no llega sólo. Muchos son los problemas y enfrentamientos a los que tienen que hacer frente estos personajes y sus respectivos compañeros, quienes por su carácter no tan avaricioso, no han llegado a la meta que sí han alcanzado los primeros. Es este el primer cambio de mentalidad que encuentro durante el transcurso de esta película. Puesto que al principio los protagonistas son jóvenes estudiantes amantes de la informática. En estos momentos sólo piensan en superar sus propias metas, en dejar volar su creatividad hasta conocer adónde son capaces de llegar ellos mismos. Por ello, al principio la competencia que existe es una “competencia sana”. Sin embargo, a medida que avanza el argumento, tan real como la vida de sus personajes, éstos se van convirtiendo en personas cada vez más avariciosas y rastreras, capaces de hacer cualquier cosa para obtener beneficios. De hecho, aquellos que se negaron a actuar de esta manera, como es el caso de Steve Wozniak, no tuvieron la oportunidad de saborear el triunfo. En segundo lugar, el cambio que aprecio concierne a la importancia que se le daba al software en un primer momento y la que se le da ahora. Como podemos comprobar con la gama de ordenadores de Apple, el diseño no es gran cosa: sencillo y sobrio. Su fama deriva del software que hace de ellos máquinas de gran capacidad. Por lo que coincidimos, una vez más, con quienes defienden que lo importante está en el interior. Por último, el cambio que desde mi punto de vista ha influido más en la sociedad, ha sido el uso que se hace de los ordenadores. La película muestra claramente el rechazo que se le hace a estas máquinas (IBM lo hace con la muestra que presenta Wozniak). Por el contrario, en nuestros días podemos observar el uso masivo y generalizado, e incluso la dependencia de gran parte de la sociedad desarrollada a estos dispositivos, que cada vez nos permiten más y más; y nos facilitan el día a día a la vez que nos aíslan del mundo real. 



Marta  Sánchez Capel